lunes, junio 19, 2006

El Ego ha dicho



Gira, rota sobre su eje, las banderas se hinchan de aliento fresco, alondras, diáfanos vientos son los que nos agitan la sangre, y el fondo del vaso en que te untas aparece blindado como tu escafandra que no te respira, ni la respiras tú, coral avaro, misionas por tus ecos de la nada, ecos del silencio y así silencias la espera que se ahueca, se hace lecho, un colchón vencido.
Sigue, sigues ahí donde te vi hace tiempo, donde te dejó la bruma de la mañana sin mas, sin destapadores ni latas de conserva, y si miro desde mi espalda te veo, soberbio delirante, que te escondes de la música y los campos, te espera una siesta que no se deja dormir, me espera la sucesión de días que no tarda en llegar, pero no la quiero, no sin mi bolsa de dormir entibiando mis dedos.
Las plumas parieron pájaros que alucinan de una fiebre del color de las uvas añejas, donde comienza y termina para volver a comenzar, ahí, en ese punto exacto en que se une el principio y el fin, me planto para cerrar y abrir, espirales trompos mandalas... Y te veo, siempre con los otros ojos que no se tocan, los ojos sin rimel.. empiezo a otoñarme, así es de complicado lo mas simple. El arco de mi violín erecto aun desafina, raro insecto de mi microscopio, porque el lector de diarios es siempre miserable, pero no sirven los textos, no ya no y corren las palabras por tus renglones filosos y se cortan, como todo el que recorre un filo, como mis paltas sin su gigante semilla, te veo fálico como todo prepotente borrando borrando, sin saber que tu meridiano huye.

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