En los días impares olvido y en los pares me acuerdo. Olvido al azar, no lleva una lógica, un orden, no olvido alfabéticamente ni por asociación libre, simplemente olvido algunas cosas porque sí.
Ayer 9 de agosto, día impar, me levante y había olvidado la acción “vestirse”, es un poco más complejo en realidad, en mi cabeza yo sabía que debía vestirme pero no recordaba cómo. Abrí el placard, lo miré por unos minutos, era imposible recordar qué significaban esas telas colgadas y dobladas. Me asomé por la ventana buscando algún patrón, algún indicio, a las 6 de la mañana de cualquier invierno todo es noche, nada pude ver.
Cuando me senté frente a las tostadas me encontré algo perdida, no sabia si debía oler o tragar, hoy 10 de agosto puedo decir con plena certeza que lo que debía haber hecho era morder masticar y luego tragar. Durante una hora pase la nariz por la mermelada y tragué aire y saliva.
En viejos días impares olvidé cómo hacer pis, cómo besar, cómo sacar el boleto del colectivo, cómo se pronuncian las consonantes...
A medida que recuerdo cómo hacer lo que olvido, escribo un breve paso a paso de esas acciones y lo archivo en carpetas que ubico sobre la mesa del comedor por si un día llego a olvidar algo que ya había olvidado en otro día impar, pienso que sería de gran ayuda leer esas anotaciones. Hasta el momento soy una innovadora, siempre olvide algo distinto.